Carece de importancia conocer qué cosa es eso de la “trampa de Tucídides” en las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas, aunque expertos politólogos, analistas y tertulianos del montón, que de todo hay en la viña, aseguran que si la trampa del siglo V aC, es la que describe cuando una potencia nueva pretende romper la hegemonía y el poder a una potencia establecida y antigua, estamos al cabo de la calle, que diría un castizo. Véase la augurada crisis de Ukrania.
Está en la esencia, por ejemplo, de la democracia, en cualquier ámbito de actuación, en cualquier intento de conciliar posturas para engañar, en crear relatos aparentemente veraces pero que en realidad son voraces y sembrar pistas para argumentarios justificativos. Alguien dijo que no hablamos y nos comunicarnos para entendernos, sino para engañarnos
En todos los ámbitos de nuestra sociedad, cuando se trata de escrutarse ante electores o, simplemente, colegas o convecinos, se trata de, en primer y supremo lugar controlar la información.., aunque se haya de comprar; en segundo lugar, para eliminar la discrepancia es siempre preferible eliminar al discrepante; y si pese a ello sobrevive, ocultarlo.
Nos está pasando que, en tiempos de tribulaciones, dicen los expertos en Ignacio de Loyola no hay que hacer mudanzas; y es justamente lo contrario: la parálisis lo estropea todo
Ocultar los problemas es ocultar los efectos de una catástrofe
Con la pandemia de la COVID-19 está ocurriendo una secuencia algo parecida y al tiempo algo que se aleja del paisaje al que la historia nos tiene acostumbrados. Ya desde la Grecia clásica la propaganda se extendía días antes de la Asamblea entre los habitantes de Atenas, y sin duda, influyentes “influencers” ejercían de bastiones de opinión. Como ahora. Pero como ahora, a bote pronto, pan para hoy y hambre para mañana y no quedará piedra sobre piedra.
Pero la historia no se construye sin describir la realidad. La realidad inmediata se dice, pero no permanece, influye, pero no más que una tenue nevada en un día frio del mes de enero. Nada es perceptible, históricamente, si no tiene sitio en un calendario. Solo los que son capaces de escribir una narración de los hechos, asociándolos entre sí, y dejando testimonio de ello, podrán describir los efectos de una catástrofe.
Seguimos sin saber los efectos culturales de la pandemia que vivimos, seguimos sin conocer el mapa de los recursos que se han puesto a disposición de la víctimas; no hay propectivas (dícese: Ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas), fiablea de los responsables públicos, y sobre todo no hay un mapa de los estragos causados en el mundo, por ejemplo, de la música, o más concretamente, también por ejemplo, de las sociedades musicales. ¿A qué esperamos? Quien se solaza en la espera termina perdiendo el tren.
Es momento de inaugurar un nuevo tiempoSolo la innovación vence al miedo de un tiempo que no volverá. No existen guerra de trincheras porque ya hace tiempo que quedaron obsoletas. Ni el postureo, ni las culturas palaciegas, ni las guerras intestinas de las guardias pretorianas, ni la añoranza de las cosas del pasado lograrán que no caigamos en la desesperanza. Solo la inteligencia y la innovación nos permitirá ver el paisaje después de la erupción. Si el tumulto no oculta a la libre expresión de la discrepancia.