Por Marisa Cervera / Raquel Badía
El pasodoble del maestro Sosa se inicia con tres acordes consecutivos que ya marcan la fuerza con la que se va a preceder la música. Aparentemente es un pasodoble tradicional ya que su estructura es la misma que otros, al igual que su compás e instrumentación.
Sin embargo, como ya nos indican estos tres primeros acordes, la música que vendrá a continuación no dejará indiferente a nadie, sea litrero o no.
La primera sección encabezada con la fuerza de estos acordes, que irán modificándose a lo largo de la parte, se entrelazan con la melodía que las maderas agudas van entonando acompañadas del firme contracanto que las maderas graves y algunos de los metales van entrelazando. Todo ello con el firme marcar de los más graves de la agrupación que van marcando el ritmo de la música. Esta primera sección se transforma cuando las trompetas se unen a las maderas convirtiéndose en las protagonistas de la partitura y de la calle alzando sus campanas con un nuevo tema menos virtuosístico, pero más majestuoso.
Tras una fina melodía de metales y maderas acompañada de trompetas que añaden a la sonoridad los primeros segundos del Himno Regional Valenciano llegando a la segunda sección y, probablemente, la más emotiva para todos los litreros; siendo interpretado por el singular solo de bombardino.
La plaza se enmudece, el bombardino se alza y no hay análisis que describa la emoción del momento: la modulación menor infiere a la música un tono intimista; y los dulces ornamentos del bombardino y su vibrato llegan a lo más profundo de todos en contraposición con la fuerza del resto del pasodoble. Y entonces, tras un fuerte aplauso de la plaza, la banda reexpone los temas principales del pasodoble y El Litro, su banda y su sociedad, brillan.
El origen del cierre de nuestra ofrenda floral
La tradición de interpretar Lo Cant del Valencià (marcha valenciana, 1914) del requenense Pedro Sosa López (1885-1953) para poner el broche de oro a la ofrenda de nuestro día grande, el día de El Litro, se inició en la década de los años 80, concretamente en 1984. Año en el que nuestra banda sinfónica estuvo en el Certamen de Bandas de Música de Valencia.
Por esos años la fiesta litrera ya había alcanzado su esplendor tras el impulso de finales de los años 70. En ese contexto, se observaba un marcado énfasis en la temática valenciana, llegando incluso a contar con la presencia de las Falleras Mayores de Valencia en varias ocasiones durante nuestras presentaciones.
Antonio Valiente Luján, “el tío Niño”, tenía una afinidad especial por esa pieza musical por haber tocado el bombardino. Al parecer, de él nació la idea
En esos años, Antonio Valiente Luján, más conocido como el tío Niño, quien fue relaciones públicas, tenía una afinidad especial por esa pieza musical debido a su experiencia tocando el bombardino en su juventud. Al parecer, de él nació la idea de sugerir al maestro Forés que concluyera la ofrenda con dicha composición. Cabe destacar que la banda la interpretaba con cierta regularidad en sus conciertos, ya que esta pieza ha formado parte de su repertorio a lo largo de todas las épocas y con todos los directores. De esta manera, lo que inicialmente parecía una ocurrencia puntual se convirtió en una tradición arraigada que perdura hasta el día de hoy.
El bombardino que realizó la interpretación del solo por primera vez fue Ricardo Mondragón Lambies. Desde entonces, esta actuación se ha convertido en una prueba determinante para nuestros intérpretes de bombardino. El segundo en asumir esta responsabilidad fue Víctor Santos Ferrer, seguido por otros músicos que, a medida que ingresaban en la banda y alcanzaban un nivel adecuado, tomaron el desafío, como Sergio Casas, Pablo Más y Andrés Carrascosa.
Ser de El Litro es algo más que un sentimiento, hecho que quedó evidenciado en nuestro día grande a pesar de la incertidumbre que vivimos ante la previsión de lluvia, donde no dudamos en salir a vivir nuestra fiesta.
La emoción aumenta cuando la plaza enmudece, el bombardino se alza y no hay análisis que describa la emoción del momento
Durante este verano, no solo disfrutamos de nuestra semana de Ferias y Fiestas de Buñol. Hemos tenido un verano lleno de música en nuestros Jardines de la Armónica, más conocidos como Viachén.
Empezamos con el concierto sinfónico a Nino Bravo que supuso un acercamiento hacia la música culta que se enmarca con los arreglos sinfónicos y las voces líricas, sin perder la esencia de las canciones que Nino Bravo cantaba de manera prodigiosa. Nuestra orquesta sinfónica junto a nuestro director Saül Gómez nos llenaron la tarde de recuerdos.
Continuamos el verano musical con el concierto de nuestra banda sinfónica Territorios bajo la batuta de Saül Gómez. Y, tras la acampada musical de nuestros más jóvenes, disfrutamos de un concierto de la Banda Juvenil compartido con el CIM Mislata en la Campaña de Conciertos Musicales de la Comunidad Valenciana. Además, nuestra Coral Polifónica también ofreció a la población de Buñol su tradicional concierto.
Además de nuestra presentación, para concluir el verano de forma destacada, inundamos el auditorio de Buñol con un canto a la vida y a la naturaleza, donde disfrutamos de la música y del juego de luces bajo la batuta de Saül Gómez con las obras Concierto para Orquesta de Béla bartók y una obra muy especial, compuesta por nuestro director Saül Gómez Stones and Sea – symphony n.1.
Y tras la temporada de conciertos de verano, La Armónica ya tiene programados los conciertos de la temporada de abono de invierno en el Palacio de la Música.